Misioneros de la Santísima Eucarístia

El Cardenal Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero, en una carta dirigida a todos los obispos del mundo, escrita el 8 de Diciembre 2007 expresa el ferviente deseo que “a partir de un movimiento espiritual que, haciendo tomar cada vez más conciencia del vínculo ontológico entre Eucaristía y Sacerdocio y de la especial maternidad de María hacia todos los Sacerdotes, haga nacer una cadena de adoración perpetua, para la santificación de los clérigos…”

En su Exhortación Apostólica post-sinodal “Sacramentum Caritatis”, Benedicto XVI centra la enseñanza de la Iglesia en el carácter fundamental de la adoración eucarística en la vida eclesial, a través de una llamada a la adoración perpetua, dirigida a los pastores, obispos y sacerdotes y al pueblo de Dios: “… juntamente con la asamblea sinodal, recomiendo ardientemente a los Pastores de la Iglesia y al Pueblo de Dios la práctica de la adoración eucarística, tanto personal como comunitaria. A este respecto, será de gran ayuda una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de este acto de culto que permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica. Además, cuando sea posible, sobre todo en los lugares más poblados, será conveniente indicar las iglesias u oratorios que se pueden dedicar a la adoración perpetua…” (Sacramentum Caritatis, n° 67) . El Cardenal Hummes propuso, en tal sentido, “que en cada Diócesis se encargue a un sacerdote que se dedique íntegramente – dentro de lo posible – al específico ministerio de promoción de la adoración eucarística y a la coordinación de este importante servicio en la Diócesis. Dedicándose generosamente a tal ministerio él mismo tendrá la posibilidad de vivir esta particular dimensión de vida litúrgica, teológica, espiritual y pastoral, posiblemente en un lugar oportunamente reservado a tal objetivo, identificado por el mismo Obispo, donde los fieles podrán beneficiarse de la adoración eucarística perpetua. Así como existen Santuarios marianos, con rectores asignados a un particular ministerio adaptado a las exigencias específicas, de la misma manera podrán existir «Santuarios eucarísticos» con sacerdotes responsables, que irradien y promuevan el especial amor de la Iglesia por la Santa Eucaristía, dignamente celebrada y continuamente adorada. Un tal ministerio, al interno del presbiterio, les recordará a todos los sacerdotes diocesanos, como ha dicho Benedicto XVI, que «precisamente en la Eucaristía radica el secreto de su santificación. (…) el presbítero ante todo debe adorar y contemplar la Eucaristía» (Ángelus del 18 de septiembre de 2005)” (cf Carta y nota explicativa del Cardenal Hummes). Los Misioneros del Santísimo Sacramento quieren responder a este llamado de la Iglesia.

¿Quiénes somos?

Una asociación clerical pública de derecho diocesano, que tiene por carisma la promoción, organización y fundación de la adoración perpetua en las parroquias y en las diócesis. Esta asociación fue erigida por Mons. Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon el 17 de julio 2007 en Paray-le-Monial. El moderador es el Padre Florian Racine. Varios sacerdotes, religiosos y laicos, en Francia y fuera de ella, forman parte de esta asociación con sus diferentes realidades… Es una comunidad eucarística que tiene por finalidad el reino eucarístico de Jesús en nosotros y en todo el mundo mediante la instauración de la adoración perpetua en las parroquias y diócesis y la formación de formadores para amar a Jesús y hacerlo amar.

Más información: www.adoperp.fr

¿Cuál es nuestra misión?

De acuerdo a los estatutos, nuestra comunidad quiere:

  1. Alentar la práctica de la adoración eucarística en las parroquias y diócesis mediante predicaciones, conferencias, retiros, congresos…,
  2. Establecer la estructura organizativa que asegure la puesta en marcha y posterior mantenimiento de la adoración perpetua en parroquias o en ciudades, cuando se tratare de proyectos diocesanos,
  3. Invitar a los fieles a elegir un tiempo semanal para la adoración y ayudarlos a ser fieles a su hora santa de adoración,
  4. Formar los formadores para asegurar la continuidad de la adoración y suscitar nexos entre ellos por la formación del equipo de coordinadores,
  5. Organizar eventuales misiones de seguimiento para después de un cierto tiempo reavivar la llama de la adoración, encontrar nuevos adoradores y profundizar su formación,
  6. Asegurar la animación de un centro eucarístico internacional (en la espera de tal centro, el presbiterio de Sanary es el lugar provisorio de la vida comunitaria de los Misioneros)
  7. Publicar periódicamente un Boletín Eucarístico y actualizar la web.
  8. Para amar y hacer amar a Jesús verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento.

 

¿Con qué propósito?

  • Creemos que por la adoración eucarística, Jesús nos evangeliza y evangeliza a todo el mundo. «Por la adoración, el cristiano contribuye misteriosamente a la transformación radical del mundo y a la germinación del evangelio. Toda persona que ora al Salvador atrae a sí todo el mundo y lo eleva a Dios. Los que están ante el Señor cumplen por ello un servicio eminente…» (Juan Pablo II, Carta a Mons. Houssiau , 28 junio 1996)
  • Creemos en la urgencia de la adoración como último medio para renovar y transformar el mundo en un mundo nuevo, donde Jesucristo, elevado en la fe y el amor, se vuelva luz que ilumina, sana y abraza a todo el mundo:  «Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32).
  • Creemos que la adoración perpetua es el canto de amor de la Esposa Iglesia al Esposo eucarístico : «Maranathá, ven Señor Jesús» (Ap 22, 20) por las nupcias eternas, antes con el alma pero un día con toda la humanidad. Creemos que dando al Señor, por la adoración perpetua,  el honor y la gloria que corresponden a su nombre proclamamos que Jesús es Rey Eucarístico de amor y misericordia, para que Él tome posesión de su reino (Ap 11, 17; 19, 6) según su promesa: «he aquí que hago nuevas todas las cosas» (Ap 21, 5). Porque «son nuevos cielos y una tierra nueva que esperamos según su promesa, donde habitará la justicia» (2 P 3, 13).
  • Creemos que por la adoración incesante, la luz del Resucitado expulsa las tinieblas del mundo, como Dios dio la victoria al pueblo de Israel mientras Moisés ayudado por Aarón y Jur, que les tenían las brazos alzados en incesante intercesión (Ex 17, 8-13). «La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad de culto eucarístico. Jesús nos espera en su sacramento de amor. Que nuestra adoración no cese jamás» (Juan Pablo II, Carta Apostólica «Dominicae Cenae», 24 febrero 1980)