En una capilla de AEP, cuando uno entra primero lo ve a Él y luego a los adoradores y silencio. Silencio, pero no vacío sino pleno. Pleno de su presencia. Y parece que todo estuviera inmóvil. Las personas quizás de rodillas algunas, otras sentadas, mirándolo a Él. Es el encuentro de miradas, como los enamorados, que sólo se miran, cuando están muy enamorados. Bueno, no es que quiera dar una imagen ideal de la capilla porque puede que uno esté leyendo, por ejemplo, la Biblia. Otro esté con los ojos cerrados. Lo que quiero decir es que la primera sensación es de tranquilidad y de falta de movimiento. Parecería que nada ocurre y sin embargo todo está aconteciendo. Él está obrando en cada uno y más allá, en las personas que han traído con ellos, en sus intenciones: sus amistades, las personas más queridas, otras por las que están pidiendo y hasta otras que ni siquiera conocen ellos, pero sí el Señor. Atención, que en este lugar bendito y privilegiado por Dios, la acción es muy grande. Jesucristo actúa en los corazones y en las vidas de, como digo, muchas personas, los que allí están haciéndole una visita y la de tantísimos otros.
De algunas de estas personas hemos conocido parte de su historia y sobre todo la transformación que tuvieron allí, las gracias que obtuvieron, los beneficios en sus vidas. Podemos decir que son los frutos de la AEP. De algunos casos voy a hablarles.
El Señor a quien adoramos es el Señor de la vida, es Aquel que ha dicho Yo soy la Vida. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Es Aquel que también dijo Yo soy la Resurrección y la Vida.
Bueno, entre todas las personas que van a la adoración, muchas encontramos -o nos dejaron su testimonio- diciendo que habían estado muy deprimidas y que, si no hubiera sido por Él, por haberlo tenido así cerca en la adoración, no habrían vivido ni podido vivir.
Y también sabemos de varios casos de personas que no llegaron a cometer suicidio porque fueron llevados, por una fuerza misteriosa, a entrar en una capilla de AEP que ellas ni siquiera sabían de su existencia. Tal el caso de ese hombre que en medio de la noche entró, se arrodilló frente al Santísimo y dijo a alta voz apuntando al Santísimo: “Es por Él que yo no me mato”. Esto ocurrió en España.
O aquella mujer que iba a acabar con su vida porque sentía que toda ella era un fracaso y a las 4 de la madrugada, en una noche invernal, decidida a lanzarse de un puente al río, equivocó el camino y vio una luz encendida que la atraía. Veía solo la luz, sin poder distinguir que se trataba de una capilla. Algo la hizo acercarse y al llegar a la puerta comprobó que estaba abierta. Frente a ella estaba el Señor. Allí mismo se quebró y cayendo por tierra se echó a llorar. Comprendió todo: Ese que la llamaba estaba ahí, frente a ella, Quien es la Resurrección y la vida. Esto ocurrió en Prato, donde hay dos capillas de AEP.
Otra persona también en Italia, cerca de Carpenia, había decidido suicidarse, de esa noche no pasaría. Salió hacia la medianoche y en lugar de la muerte se encontró con la Vida: el Santísimo expuesto en la capilla. Tampoco tenía noción de cómo había llegado hasta allí.
Otro caso: un jovencito en una noche de verano, a eso de las 3 y algo, se aparece en pijamas, en la capilla de AEP. Hay que decir que esa CAEP en particular no está en ninguna calle principal y si no se sabe dónde está no es fácil llegar hasta ella. Pues, este chico había venido, como un zombi, desde unos 5 km donde vivía y también fue atraído hasta allí por el amor de Cristo y porque en ese lugar el Señor es reconocido por la fe en su presencia eucarística y por tanto es honrado y adorado. Ese fue otro caso de suicidio fallido, de alma salvada por la AEP. Esto pasó en Móstoles, cerca de Madrid.
También famoso es el caso de toda una ciudad: Trieste. Antes de establecer la AEP, Trieste era la ciudad con mayor índice de suicidios de Italia y una de las más grandes en Europa. Desde que pusimos la AEP en el 2005 los suicidios cayeron drásticamente.
Hay almas que, por medio de la AEP, el Señor recupera y salva de otros modos. Viene a mi recuerdo el caso de tres amigos que me trajeron a un cuarto para la confesión. Fue en México y habían hecho un largo camino porque en ese momento estaba yo en otra parroquia, siempre en misión, para ayudar a establecer la AEP. Más de una hora de viaje. Los 3 eran creyentes y tenían creo que dos horas nocturnas. Todos de más de 40 quizás sobre los 50 años. Pues, habían invitado al cuarto, alejado de Dios, a que fuera con ellos por la noche a la adoración. Creo que después de un mes o quizás un poquito más, no resistió y pidió que lo llevaran a confesarse. Había vivido toda una vida alejado y por pocas horas de adoración en la noche el Señor obró el milagro.
Las capillas de adoración y en particular donde se adora al Señor sin interrupción, como lo pidió la Santísima Virgen en Medjugorje el 15/3/84 (Queridos hijos, adorad a mi Hijo en el Santísimo Sacramento sin interrupción. Cuando vosotros estáis en adoración también estoy allí con vosotros). Digo que esas capillas, esos lugares sagrados, son oasis de paz. Como decía Mirjana de la CAEP en Rumania: “Es un oasis de paz en este mundo tormentoso y agitado”.
Un padre, médico español, se va de vacaciones y le pide a su hija, una joven muy cordial y siempre bien dispuesta hacia los demás, pero atea, que lo sustituya en la adoración mientras él está afuera. Serán 4 semanas y se trata de ir sólo una hora cada semana. En total 4 horas en un mes. La hija acepta, se trata sólo de estar ahí en su lugar. Nada tiene que hacer sino dejar que pase la hora. Claro, que el Señor no permanece inactivo, y empezó la cosa con el clima acogedor de la capilla. Resultado final: cuando el padre regresó ella se hizo adoradora, dejando atrás su ateísmo. Así de fulminante.
Un caso parecido fue el de una señora, en México, que se ausentó durante mes y medio y dejó a su cuñado, chófer de ómnibus, autocar, hombre bueno pero no creyente y totalmente anticlerical. Había dejado la Iglesia de niño. Casi 40 años atrás. Ella le pidió que sólo fuera a cubrir esa hora y más nada. Él le preguntó qué debía hacer. Tú nada, sólo estar ante el Señor. Bueno, ahí la cosa exigió explicación. ¿Cómo el Señor? Cuando la mujer volvió de sus vacaciones él dijo: Yo también me apuntó porque la paz que encuentro aquí nunca la conocí antes en mi vida. Sí, la paz.
Lo mismo que una mujer en Prato que dejó un papel escrito, un billete diciendo escuetamente: “Son más de 10 años que no entro en una iglesia católica, y si antes lo hice fue sólo por alguna visita artística. Aún no sé porqué estoy aquí. Creo en la paz que aquí hay y quiero encontrarla”. Y firmaba: Maria Grazia.
Una joven española, Susana, de 27 años, graduada, hace dos años que es adoradora y antes iba coaccionada por la familia, pero aún así dentro de la capilla encontraba sosiego, paz. Eso hizo que se apuntara a una hora, ahora “su” hora. Una hora de paz en un mundo caótico y corriendo frenéticamente. Se da cuenta que, por ese poco, esa hora, tanto recibe en gracias y respuestas del Señor.
Los sacerdotes también tienen qué decir acerca de sus experiencias. Uno de ellos escribió: Como aportación tanto personal como eclesial, básicamente veo dos cosas:
“Se valora más el silencio y la Eucaristía, se vive aquello que dijo el Señor: “Sin Mí nada podéis”
Y también se aprecia ver unidos a todos los grupos. Es una ocasión de comunión en la fe que todos tenemos de los diferentes grupos y asociaciones, las diferentes realidades eclesiales reunidas en el centro de atracción: el Señor. No sólo en la cruz se cumplen las palabras: “Cuando sea alzado atraeré todos a Mi”, sino cuando lo elevamos en un trono de honor, expuesto en adoración sin interrupción, día y noche”.
Dijo otro:
“Me inscribí por poder aprovechar un regalo que el Señor me ofrecía. Elegí la noche por el valor de la soledad y expiación que ello conlleva. Es un momento de una intimidad mayor con el Señor. Una fuente de gracia incesante. Dios siempre actúa. Representa la fuente de la vida. Es la fuente de agua viva a la que vamos a apagar nuestra sed de trascendencia”.
Y otro:
“Le diría a los sacerdotes que abran sin miedo sus parroquias a la adoración perpetua ya que el bien que se recibe es muy superior a cualquier accidente que pueda ocurrir, y además si el Señor lo permite él también lo sufriría”.
Interesante también este último porque un problema que se plantea el sacerdote, el párroco al que se le propone la AEP, es el tema de qué pueda pasar. Qué puede pasarle al Señor y también a los adoradores.
Para los sacerdotes estar así, en la intimidad con el Señor, “es una verdadera alegría después del ajetreo diario y aun cuando los sacerdotes tenemos nuestros tiempos de oración, tener dos horas a la semana en silencio y soledad en total intimidad (y a la vez en comunión) con el Señor es algo muy grande.
Además de adoración siempre hay un momento para pedir, interceder por tantas personas que lo necesitan”.
Recojo testimonios de Timisoara, Rumania. Allí está la AEP desde el 15 de septiembre de 2006. 14 años de adoración ininterrumpida.
Como en muchas partes hay niños que adoran. Niños a partir de 10 a 12 años. Alexia (12) es una de ellos. Atención a lo que dice, la madurez que trasunta, lo que comenta acerca de su experiencia:
«La razón por la que visito a Jesús es simple: ¡lo amo enormemente y él también me ama! ¡Siento esto en cada paso! Regularmente voy a la reunión porque necesito Su Espíritu Santo más que el aire que respiro … hago preguntas, le ruego, y Él pone respuestas en mi corazón, las siento en mí misma, y siento el camino entonces cuando estoy en la encrucijada … a veces tengo pruebas grandes, incluso dolorosas, pero he aprendido que una vez superado, he adquirido sabiduría, paciencia, amor … Y si me preguntas qué es lo que más quiero, la respuesta sería: quiero ser así para no decepcionar nunca a mi amado Dios, que siempre ha sido un amigo mío … «
Este testimonio, en cambio, es de Toledo, un niño escribe en el libro de testimonios: “Hola soy un niño de 10 años. Mi madre y yo hemos estado enfadándonos e insultándonos pero se lo dijimos a Jesús y nos lo quitó. Te quiero muchísimo. Juan”. Debajo escribe su madre: “Señor Jesús eres nuestra fuerza y nuestra paz”.
Los niños son muy espontáneos y de una gran frescura. Aquí pasajes de testimonios de ellos:
“Señor te doy gracias por el curso que ha terminado fenomenal y también gracias a la Virgen Te quiero”
“Señor eres el que más quiero en el mundo a parte de la Virgen de Jesucristo y de mi familia. Te quiero y por favor ayúdame en el colegio. Te amo y (dibuja 3 corazones)
Y si digo la verdad creo que nunca superare la muerte de la gente que quiero, pero la verdad tampoco me quiero olvidar de ellos.
Ayuda a mi hermano porfa, a que este curso sea mejor, más limpio y ordenado y a mi también claro.
La gente es verdad que solo pide ayuda cuando la necesita y a veces no por los demás sino solo por ellos y yo también me incluyo en ese saco es difícil no hacerlo porque a veces somo muy egoístas”.
También hay entre los adoradores personas ancianas, como esta de casi 90 años.
“Yo desde que pertenezco a la Adoración Eucaristía He experimentado una mayor unión con Jesús, siento necesidad de que llegue el jueves a las 16 horas, Para ponerme en presencia de Jesús Sacramentado.
Jesús me da una gran paz, y alivio antes todas las dificultades y sufrimientos que actualmente paso en estas circunstancias. Me tengo que desplazar de otro pueblo a 25km, pero me siento feliz por ello, aunque a veces tenga algunas dificultades para venir.
En la adoración perpetua también se forjan vocaciones. Un chico rumano que entrará al seminario decía: vengo a Jesús «por amor primero porque encuentro alivio en cualquier problema que tenga, me hace feliz, y es el tiempo más útil que pueda tener”
Una señora, Elly -una adoradora de la primera hora de Timisoara- contaba que le rezaba al patrón de la capilla, San Miguel Arcángel, porque tenía dos procesos legales complicados. Pues, ambos fueron resueltos favorablemente para ella el día de los santos arcángeles. Ella no tenía abogado. También le pasó algo extraordinario. Elly es adoradora de la madrugada, y una vez que iba a la capilla a adorar, a las 4, dos sospechosos se le acercaron. De pronto vio que aparecía uno muy pero muy grandote detrás de estos y los levantó en vilo. Los tipos huyeron despavoridos y el grandote desapareció. Bueno, ella es adoradora nocturna y los ángeles la acompañan. Veraces son las palabras del salmista: “Tú, que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.” Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta… No temerás el espanto nocturno..ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía…Nada más mirar con tus ojos, verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos.” (Ps 91).
¡Qué importante es la adoración en las horas de la noche! ¡Cuántas gracias se obtienen! El Señor pasaba noches enteras en adoración al Padre y en oración.
Ada, también de Timisoara, cuenta que ella se siente protegida por el Señor, y lo es. Es adoradora de la noche. En momentos de escasez de trabajo le pide uno y Jesús se lo concede. Luego le concede un esposo. “Jesús me mantiene siempre a salvo en todas partes, incluida la noche de la adoración y rezo por los seres queridos, por los enfermos, por los ancianos y por todos aquellos que lo necesitan”.
Cuán dulce es el Señor y cómo muestra su dulzura, su ternura cuando descubrimos su intimidad en la adoración. Arianna dice, simplemente, “voy a la adoración porque echo de menos a Jesús y busco su sonrisa misericordiosa. Sé que nunca me abandonará a Él, sin importar lo poco que merezco estar en su presencia. Voy a la Adoración porque Jesús nuestro Señor merece ser adorado y Su Corazón quiere mostrarse tal como Él es… Lo busco porque me doy cuenta de que Él es todo lo que necesito y todo lo demás que necesito lo confío a Él. Quiero adorarlo porque sé que este mundo colapsaría si la Adoración a Dios cesara… porque es el primer mandamiento de Dios. «(…) «Buen Dios bendiga esta capilla de adoración y la convierta en un bastión de defensa para todo el mundo«. Protégela y dale el don de la fidelidad y la perseverancia a todos para continuar. ¡El mundo necesita esta Capilla!” Se refiere a la de Timisoara.
O como dice otra chica, Maria: «Jesús es mi mejor amigo, el único verdadero amigo. Si Él está siempre conmigo, cada día, cada segundo de mi vida, ¿cómo no puedo dedicarle unos pocos minutos de mi vida? No es una obligación sino una necesidad estar con Él, porque Él es la fuente de mi vida, y sin Él mi vida no tiene ningún significado. Al detenerse frente al Santísimo Sacramento se siente como una paz tranquila y una paz profunda inunda mi alma, soy feliz y no puedo explicar por qué, algo que no puedo describir, algo que todos nosotros tenemos que experimentar, es algo maravilloso. Al estar cargada con la vida cotidiana, con tristeza, sufrimiento y alegría, plenitud, quiero compartir todo con Jesús, disfrutarlo, reír con Él, llorar con Él. Es por eso que lo visito regularmente porque creo que se merece al menos una hora a la semana durante los 7 días de la semana que Él me concede».
Es parecido a lo que dice otra adoradora en la otra punta del mapa, en Toledo: “Sé que ahora no puedo vivir sin estar aquí, frente a ti… Alguna veces no te digo nada….sólo estoy contigo ¡qué más puedo pedir!
Gracias por quedarte con nosotros….conmigo en la Eucaristía ¡que regalo tan grande! (Es que la AEP es un don que el Señor nos hace).
Ante todos los problemas y dificultades de la vida “me basta porque sé que estás aquí”, como dice una bella canción”.
También una madre cuenta que en la capilla encuentra la paz y la fuerza para llevar adelante la familia, sobre todo con dos adolescentes y uno de ellos muy conflictivo. Al principio no le fue fácil decidirse por tomar una hora semanal, pero luego entendió que allí estaba la respuesta a sus problemas. Después de años las cosas han ido cambiando, mejorando. Termina diciendo: “Mi vida ha cambiado tanto y para bien que creo que sin esta hora y este lugar mi vida no tendría sentido”.