EL CARMEN, SANTUARIO EUCARÍSTICO

EL CARMEN, SANTUARIO EUCARÍSTICO

EL CARMEN, SANTUARIO EUCARÍSTICO

Fue el día de San José. Hace más de seis meses. Serían las nueve de la noche cuando el Sr. Arzobispo de Mérida-Badajoz, Don Celso Morga, depositaba la Custodia con el Santísimo Sacramento en el altar de la Iglesia del Carmen, convertido desde ese día en Santuario Eucarístico. Lugar de Adoración, de silencio, de recogimiento y meditación. Lugar de Encuentro con el Señor. Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, que mantiene la Eucaristía diaria y su condición de Templo Cofrade.

Hoy, en torno a 400 personas están comprometidas con esta historia, que hace posible que la Iglesia del Carmen esté abierta día y noche para quien busque un rato a solas con el Señor.

Cualquier persona de buena voluntad que pueda dedicar una hora a la semana a estar con el Señor es bienvenida a participar de esta apasionante aventura. Y si, por motivos diversos, no puede comprometerse a ello, siempre tendrá la certeza de que hay un Templo abierto en el centro de Mérida las 24 horas del día para acercarse a estar con el Amigo, con el Señor que nos da la Vida y se ha quedado con nosotros en la Eucaristía como alimento para nuestro camino hasta la Casa del Padre.

Meses después de aquel memorable 19 de marzo, con el salmista proclamamos que “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegre”, damos gracias al Padre de las misericordias y le pedimos que nos ayude a ser adoradores en “espíritu y en verdad”, que nuestra adoración se traduzca en vida que haga presente el amor de Dios en nuestra tierra.

Tanto la vida personal de los adoradores como la vida de la comunidad Parroquial se han visto fortalecidas con esta vivencia eucarística. De este encuentro con Cristo brota nuestra misión apostólica. Alabamos al Señor y le agradecemos esta oportunidad que nos ofrece de adorarlo en la Eucaristía para ser, con la fuerza de su Espíritu, testigos del Evangelio en medio de la vida, donde se cuecen las penas y las alegrías, las esperanzas y los sufrimientos de los hombres y mujeres que caminan con nosotros por los senderos de la vida.

La oración para un cristiano es tan necesaria como el aire que respira. Hace falta Orar y Adorar. Adoramos a Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, nos alimentamos del Pan de Vida, para hacernos también nosotros pan para los demás. A Él lo adoramos y a Él estamos llamados a seguir. Nuestro encuentro con Él en la oración ha de marcar nuestras vidas con un estilo de servicio a Cristo, nuestro Señor, en los hermanos, especialmente en los más necesitados, desde la humildad y desde la sencillez. La Oración y la Adoración nos complican la existencia y han de llevarnos al compromiso de hacer presente en medio del mundo el Reino de Dios, que es justicia, amor, vida, verdad, perdón, misericordia, fraternidad.

No dejes que Cristo pase de largo. Él te espera en la Eucaristía y te espera en los hermanos.

Francisco Manuel Sayago Brazo,

Párroco de Cristo Rey y de la Iglesia del Carmen, Mérida (Badajoz)