Se inaugura en Tarragona la 8ª Capilla de Adoración Perpetua de Cataluña.
El sábado 18 de diciembre tuvo lugar la inauguración de la Capilla de Adoración Perpetua de Tarragona, con la celebración de la Santa Misa por parte del Arzobispo Joan Planellas.
La Capilla está situada en la Iglesia de San Antonio de Padua, Rambla Nova, 105. Es un convento pequeño que se cerró hace 15 años y cuya sede eclesial se entregó al arzobispado. Es un núcleo muy vivo a cualquier hora del día también por su céntrica ubicación.
Les dejamos la instructiva y emocionada homilia del Sr. Arzobispo:
Muy estimado Mn Joaquim, Vicario General y responsable de esta iglesia San Antonio de Padua, muy estimado Mn Luís vicario episcopal de la caridad, muy estimado Sr Rector Mn Ignasi Rector de la parroquia de San Francisco y de esta parroquia, estimados sacerdotes, estimado pueblo santo de Dios.
Saludo también especialmente a todas las personas promotoras de la adoración perpetua. Un saludo especial también a la Regidora del Ayuntamiento de Tarragona, la sra Elisa Vedrina.
Estamos reunidos nuevamente en Asamblea Eucarística, en una de las ferias privilegiadas de este tiempo de Adviento. En este día de la Virgen de la Esperanza, y a siete días de la gran solemnidad de la Encarnación, y acabamos de escuchar este bonito evangelio que empieza así: -Jesús vino al mundo de esta manera y seguidamente relata el nacimiento del Mesías. Nos lo sabemos, pero siempre causa ternura, siempre causa nueva ternura escuchar el episodio del nacimiento de Jesús. A una semana del día de la Natividad decía, la liturgia ya nos presenta este nacimiento y es que el hecho de la encarnación de Dios, recordemos, es el sí de la comunicación divina con el ser humano y con toda su creación, y por lo tanto, bien necesita de toda nuestra atención y de toda nuestra mirada profunda, de la mirada profunda de nuestro corazón, ahora, en estros momentos, estamos celebrando la Eucaristía, la misa excelsa acción de gracias, en este sábado de la tercera semana de Adviento, en el día de la Virgen de la Esperanza. Y nosotros siempre damos gracias a Dios por todas las cosas que nos pasan siempre hemos de dar gracias a Dios por todo lo que nos pasa, y hoy lo tenemos que hacer especialmente para agradecerle que podamos tirar para adelante la iniciativa de la adoración perpetua en esta iglesia San Antonio de Padua.
Recuerdo con mucho afecto el día del mes de octubre del año pasado cuando vinimos aquí a bendecir la capilla y en aquella ocasión os decía que Dios es alguien con quien el hombre se puede relacionar personalmente. Jesucristo, quien nace por Navidad nos ha revelado que Dios es Padre amoroso y misericordioso. Por Jesucristo y por su espíritu somos hijos e hijas de Dios, y Él nos dice también: -Cuando recéis decid, Padre nuestro que estás en el cielo, hasta que el hombre no se deja iluminar por esta luz, que es la luz que nace en Belén, Dios queda siempre el gran desconocido, por más elocuentes que sean los discursos sobre Dios, y es que la plegaria es un (sin yo) de hecho la oración estuvo muy presente en la vida de Jesús, especialmente el evangelista san Lucas que contemplaremos de una manera especial estos días de Navidad es quien nos relata con más beneficencia los episodios del nacimiento y la infancia de Jesús, dicho especialmente por san Lucas, nos habla muy explícitamente de la oración de Jesús y nos podríamos preguntar: ¿y nuestra oración qué?, ¿nuestra oración … centrar nuestra atención a Dios? De aquí que las palabras que decimos cuando oramos más que revelar a Dios nuestros sentimientos o nuestras preocupaciones lo que pretenden nuestra propia purificación.
Para vivir y saborear adecuadamente la oración es necesario por nuestra parte una buena disposición, la disposición del corazón, pero también hace falta una buena acogida, hace falta una buena acogida y un buen acompañamiento espiritual, que nuestras parroquias a veces se hace difícil ofrecer de una manera regular. Por eso nuestra archidiócesi trabaja para potenciar determinados lugares de culto o alguna iglesia de puertas abiertas todo el día en cualquier momento de la jornada, donde podamos encontrar ese bienestar que los primeros discípulos encontraron en Jesús mismo. Y aquí en este sitio, en la iglesia de san Antonio de Padua, se hace hoy un paso más con la capilla de oración y adoración perpetua al santísimo sacramento y es que además del acompañamiento espiritual que hacen los sacerdotes y algunos laicos, este espacio de recogimiento, este espacio de oración, este espacio de alabar al Señor en la Eucaristía, seguirá, si Dios quiere, a partir de hoy abierta perpetuamente. Y esto es motivo de alegría, qué alegría!, ponerse en la presencia del Señor.
Estar delante de Jesús, presente en el santísimo sacramento del altar es una gracia un momento profundo de encuentro e intimidad con el propio Dios, en su infinito amor por todos nosotros, Cristo continua presente en la Eucaristía, actualizando en nuestra vida su misterio de Amor, de donación y de entrega estar en adoración delante del santísimo sacramento, es una oportunidad espiritual para modificar nuestra vida y nuestro corazón, el silencio ayuda, por lo tanto estos momentos deben ser vividos con intensidad y con profundidad y repito, el silencio ayuda, que podamos callar las voces internas para escuchar la voz divina, en el silencio Cristo nos habla al corazón, es necesario silenciar para poderlo escuchar. En el ruido y en la agitación se convierte fundamental el ejercicio de callar para poder escuchar la voz del Señor. Aprender a cultivar momentos de silencio es un desafío para nuestro tiempo en el cual vivimos interconectados las 24 horas del día. El primer efecto y beneficio de la adoración, es por lo tanto el silencio, que comienza a cultivarse en nuestra vida. En la sencillez de la Eucaristía el propio Cristo nos enseña a silenciar, para que su presencia sea completa en nosotros, silenciar ante el misterio eucarístico para silenciar también ante los misterios de la vida. Silenciar el corazón, para silenciar nuestra propia agitación, silenciar para escuchar con más profundidad la voz de Aquel que nos habla al corazón, en la adoración entramos en profundo contacto con el Amor de Cristo por cada uno de nosotros.
Este mismo Amor que contemplamos, somos invitados a transmitirlo a nuestros hermanos y hermanas, nuestros momentos de adoración están profundamente arraigados en lo cotidiano de nuestra vida. Ante el Señor llevamos aquello que somos, nuestras fragilidades y potenciales, nuestros dolores y alegrías, nuestros pecados y también nuestra santidad. No nos despedimos de lo que somos para estar ante el Señor, sino que nos presentamos en la condición que nos encontramos para poder salir de la adoración transformados por este encuentro de Amor y de paz, transformados para transformar, lo repito, transformados para transformar, amamos para poder amar, he aquí el mayor efecto y el mayor beneficio de la adoración en nuestra vida. Una vez iluminados por Cristo somos llamados a ser en el mundo una señal de esta misma luz, iluminamos tantas situaciones de tinieblas presentes en la vida, en la propia familia, en la propia sociedad, en el trabajo, en la comunidad. Nuestra adoración no debe ser egoísta sino, hecha de momentos de profunda comunión con todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo Jesús.
Muy estimados y estimadas, es muy bonito que el Señor esté aquí presente de forma permanente bajo la especie de pan consagrado para hacer posible que toda persona de fe o de buena voluntad pueda recordar y hacer memoria del hecho que Jesucristo a venido a nuestro mundo para hacernos partícipantes de la misma amistad con Dios y hacer presente aquí en esta tierra, que este Dios que quiere que nosotros no vivamos más de nosotros mismos, sino que vivamos de él y en él, y que a través de él adoremos sirviendo también a los pobres y a los necesitados.
Y es que todos los sentimientos de contemplación y de adoración del Señor deben ir acompañados del sentimiento de adoración del hermano necesitado, como nos dice repetidamente el Papa Francisco. Por ejemplo, en su exhortación gaudete et exsultate sobre la santidad cristiana en la vida ordinaria nos dice: A menudo se oye decir que delante del relativismo y los límites del mundo actual sería un asunto menor, la situación de los emigrantes, por ejemplo.
Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas serios de la vida … Que diga una cosa así el político preocupado por sus éxitos se puede entender, pero esto no lo puede decir un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga la vida para dar un futuro a sus hijos.
Por lo tanto, muy estimados y estimadas la adoración de Jesús en la Eucaristía, que se haga y se debe hacer aquí en esta capilla nos ha de llevar también a adorar el Cristo en los pobres y necesitados. Tan solo así seremos verdaderos adoradores en espíritu y en verdad.
Muy estimados hermanos y hermanas, que la adoración perpetua sea como un regalo para todos nosotros y para todos los que se acercarán. Podríamos decir que celebrarlo hoy a ocho días de Navidad en este día de la virgen de la Esperanza, es como un excelente regalo de Navidad, que a partir de esta adoración, sean muchos los que puedan vivir la sabiduría de Dios, Que a partir de ahora sean muchos los que puedan entregarse generosamente a los hermanos pobres y necesitados, que sean muchos y muchas que encuentren y busquen la vocación para la vida, la vida consagrada o el ministerio sacerdotal, roguemos en la adoración para las vocaciones, para las vocaciones a la vida consagrada, para las vocaciones al ministerio ordenado, para las vocaciones sacerdotales y también, a las vocaciones de que hayan buenos y santos matrimonios, en nuestra tierra, en nuestra ciudad, en nuestra diócesis. Como decía a través de esta adoración que sean muchos los que encuentren el calor espiritual para poder continuar adelante por caminos del mundo, aún en las preocupaciones y dificultades de la vida.
El Señor, estamos convencidos, el Señor continúa pasando sobre nosotros su Amor, el Amor que se hará presente en medio de nosotros en el misterio de Navidad .
Que la Madre de Dios, con su coraje, con su fuerza, nos acompañe en este buen propósito y podríamos acabar diciendo: que el bienestar florezca nuestros días, y meses y años abunde la paz, como rezábamos y cantábamos también, en el salmo de la misa de hoy. Amén.